La Preparación Final

Obtenida la saca de las botas de la solera, el vino está listo para su embotellado o, en su caso, para el cabeceo con otros vinos, al objeto de dar lugar a determinadas tipologías de vinos de Jerez. En este caso, es frecuente que el "blend" (cabeceo) así obtenido vuelva a pasarse a botas de madera durante algún tiempo para su ensamblaje definitivo.

En el caso de los vinos que van a ser embotellados directamente, éstos son en primer lugar sometidos un proceso de clarificación, generalmente mediante el uso de bentonita y albúmina de huevo o gelatinas, sustancias que provocan la decantación por arrastre de las sustancias sólidas en suspensión. A la clarificación le sigue un filtrado y, en la mayoría de los casos, un tratamiento de frío. Se trata de provocar la formación de los cristales de bitartratos que de otro modo podrían producirse una vez que el vino está en la botella, sometiéndolo a un cambio brusco de temperatura. Dependiendo de la graduación alcohólica del vino, éste se sitúa durante una serie de días a temperaturas que oscilan entre los -7º y los -º11.

Una vez limpio de los cristales que se han formado y decantado durante el tratamiento de frío, el vino vuelve a filtrarse y ya, totalmente transparente y brillante, se embotella.

Al objeto de preservar las condiciones organolépticas del vino de la forma más prolongada posible, evitando el efecto que pudiera tener la presencia de aire en el interior de la botella, es frecuente el uso por parte de las bodegas de técnicas de embotellado con gas inerte. Se trata de inyectar una pequeña cantidad de nitrógeno en el interior de las botellas tras su llenado y antes de la colocación del tapón. Al ser el nitrógeno un gas totalmente inerte y más pesado que el aire, desplaza a éste y permite que la botella de cierre sin presencia alguna de oxígeno en su interior.

El vino está ya listo para su viaje definitivo hacia el consumidor.

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Modernos procesos de embotellado aseguran un consumo en perfectas condiciones de conservación.
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El vino se prepara para salir al mercado y deleitar los paladares más diversos.

Embotellado en rama

El embotellado de jereces bajo la referencia de en rama, cada vez más frecuente en el mercado, es una categoría que todavía no tiene una definición reglamentaria estricta. En sentido literal, un vino en rama es el consumido o embotellado directamente de la bota, como si se tratara de un fruto que degustamos directamente tras cogerlo de la rama del árbol donde se produce.

Esto es algo que en la práctica no es posible hacer de forma literal, ya que al menos será necesario filtrarlo antes de su embotellado, aunque sea con un colador, que evite los elementos sólidos más gruesos que pudieran contenerse en la bota o, en el caso de finos o manzanillas, con un filtro que evite el paso de las levaduras.

Con el concepto en rama el objetivo es trasladar a la botella la versión más cercana posible del vino que se encuentra en la solera, sería lo que se podría experimentar si lo disfrutáramos venenciado directamente desde la bota.

Dependiendo del estilo del vino y de su vejez, el vino presentará una mayor intensidad de color y menos limpidez en la copa, en especial si se ha sometido a un enfriamiento previo a su consumo:

  1. Esto será mucho más importante en el caso de los vinos de crianza biológica, pues la presencia de la flor supone una dificultad adicional.
  2. En el caso de los vinos viejos de crianza oxidativa es posible que no se aprecie la diferencia, pues son vinos que ya han decantado largamente de forma natural

Los vinos en rama que no se han sometido a un proceso de estabilización tendrán una más pronta evolución en botella. Como ocurre con cualquier vino de guarda, el vino irá adquiriendo matices distintos y una complejidad cuya calidad y duración en el tiempo dependerá de las cualidades originales del vino que se ha embotellado.

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